Ave l


Mientras bordo jureles con las gotas
de una lluvia que ni recuerdo, se me viene la palabra,

Dictadura
mi bien

y el pez se multiplica en la memoria
como el recuerdo de tu orgasmo sin respuestas.

No me preguntes
si amo demasiado a los amores viejos
esos de boca llena
con perras aún ladrando hacia nuestra historia,
hacia el cementerio general
al fondo a la derecha
hacia los muertos desenterrados de un limbo que nos ocupa el habla
hacia el ave migratoria que inventamos con su pasaporte L

Sé que desde mi asiento de ciclista
desde 
mi puesto en la fila de hormigas pedaleando
no es correcto recordar a nuestro muertos
pero pedaleando cual suicida oveja hacia el abismo
el jadeo mío es de torturas
mataderos
y un espeso olor a sangre.

Sigo en la bandada
pedaleando
sín olvidar ningún orgasmo tuyo
mi bien.



1


La destrucción
siempre más allá de la última misión de la carne
olvida cerrar las puertas
y por sus intolerantes bisagras
se filtran las perras victoriosas del infierno.
Y todas las masacres retuercen
el aire
del que sueña un fraude infinitamente trenzado al pecho
en la mordaza obtusa
y en la hecatombe de las muecas.

Podrán asustarse
porque agitaré nebulosas
con esta hélice de fantasmas imprecisos
donde se enmaraña la perversa sombra
sobre los pechos luminosos

La infección supura el estambre
con sus dedos repugnantes
su cara agujereada por crujidos viejos
o su balazo en el tumulto
su fracturado pedazo
su caverna febril
sus tetas gélidas y ciegas.

La nebulosa es siempre un principio
para empezar a decir verdades que ni uno mismo conoce.

Para los castos
su embrión oscuro
al que doy vida dentro de su propia vida.

2


¿Qué te recuerdan el apetito y el intento?
Las letras de ensueño
cuelgan de espejismos
que ya no recuerda nadie
y que algunos siguen repitiendo,
tal vez para no morir.

3


Es el tiempo
de atorarse respirando las banderas nuevas.

Es el tiempo de quiméricas espaldas contra el muro
de largas mentiras boca abajo
vaciando aguas del perverso jubileo
por las teñidas torrenteras de la sangre madre.

El coito con la verdad ciega
es el tiempo rescatado a la melancolía.

El tiempo solidario
es un dedo en una caverna
encogiéndose carcomido y débil

4


Habitualmente doy las gracias
y corro por las calles a horas de venenos
golpeando
las puertas patológicamente nocturnas.

Aspiro los espíritus grises del desprecio,
su muerte hasta la médula vital
y le fracturo la catedral recóndita.

No hay caso
es el odio haciendo estragos
es temblor famélico, sucio y flaco dolor.

Aquí estoy chupándome tus venas Patria.

5


En toda la tarde seca y estéril como nunca
este sol inmenso y litoral cubre todo:
el cielo toda cordillera y alevosos
esos dientes irradian lentas combustiones.
El odio canta un sí y un no
al furor de las paredes
a la cicatriz del dios ajeno
al impulso que murió en el fondo del abismo
y ahora
evoluciona sin auxilio por un disfraz de signo y son
como una sangraza ciega en el primer día de la escuela.
Porque el aire se sacude
Y el rayo alcanza la muerte con gran pena

6


¿Cayó la luna?
¿Reventaron este prodigio que anidamos?
Cuellos rotos, tendones muertos
traen el único matiz para la aurora;
el equipaje del terror:
dos palabras nunca antes encontradas
dios que la vida quita y dios que muerte aplica
dios luminoso que se apaga

7


Un cóndor flamea en sus harapos
en cordiales vuelos atrofiados
en lo que antes la pastura
y ahora carne viva y plasma
me dice:
se deshace
el cielo
se deshace
el mar... el mar.... el panteón ungido.

Un detergente lava las arenas
carcome el esqueleto de los peces
y el ensueño se deshace en olas invisibles.

La última sangre que las raíces no pueden sostener
se descompone
y en la tierra no hay árbol que tenga hojas
no hay cosa sin podredumbre.
Si no fracaso y ruina
hambre y odio

8


Un techo universal
lanza alaridos con la velocidad del rayo
como venas varicosas enlazando gases
enlazando gases.

Me expulsan los dioses
de mi casa.
Se desgarra la mirada del sarcófago.
Se implora venenoso por los muertos en la alambrada

Los muertos y letales
se pudren y me expulsan de sus lágrimas.

Y se olvida el luto de las cruces
pues al fondo de mis ojos
están los dioses que me excretan.

Los frutos
de mi casa ya se olvidan de los muertos
detrás del vidrio turbio en la ventana.

9


Y cabizbajo siempre
un zumbar de moscardones sobre las ruinas se escucha
un zumbido.
Un Cristo en lo anillo del origen cruje heroico
cruje estupendo, cruje sobre la trizadura de los hombres.
Y por un hueco absoluto el cielo respira a borbotones
aves colosales o inquebrantables líneas que son cruces
que son clavos que son balas que son lanzas
que son, tajos, cuchilladas, martillazos

Es un ancla lo que cae al mar de lodo
es el Libro de Josué
Levítico
o la Alianza del hombre con su Dios
Es la bandada compatriota.

Sentid
como arden los bronquios en las parroquias
sentid como sollozan los trozados.
. . . la bandada cruza el espacio a mares. . .
. . . abrazada por la luna. . . triturada. . .
La bandada cruza el espacio, sola, suena, gime
y la masa pulsa pulmón
enfurecida en propio hueco
abisal de todos los vientos
y se despide en el vacío de mi torbellino.
Camina la nueva cordillera de la costa
cabizbaja y criminal,
feliz de que al fin; el fin comienza.

10


Matad, Matad, Matad.
No hay inocentes entre los vivos.
Destrozadlos valientes. Matad.

Quebradas y volcanes
cabezas pies y dunas
huracanes huesos y semillas
tuétanos vertientes
sangre en las narices
pañuelos blancos que no pudieron ser robados
abrigos libros tuercas
pasos palabras campanadas.

De trabajo metafísica y suspenso
de todo eso y de la muerte;
un zumbar de moscardones,
un zumbido sólo queda,
como quien despierta de una muerte.

11


Los mil puntos iluminados
o ensangrentados de alimentos lúgubres y orugas
cortan cabezas que afloran por el cementerio territorial.

Un buitre policial o insecto espantoso revienta en pus y mea
sobre las capillas ardientes y penetra
en los liceos, colchones escolares, tinajas de los mostos
plantas purificadoras de la lluvia
o en el motor azul de las industrias.

Un sur indeterminado y negro
de vieja víscera desafora su heroísmo
pero el,
puñal pretoriano láser desgarra los bramidos
que a martillazos en su hecatombe
truena en su sepultura
que para eso nacieron en Chile
la dolorosa flor de Latinoamérica y la Destrucción.

12


Te crucifican esqueletos
que braman dramáticas lágrimas al fin del universo con sus clavos
lo sé; al igual que sus heridas sollozando.
La gran melancolía despelleja su metafísica de combate y emerge
puñetazo final,
a pesar de que un fusil espantoso no puede
en ráfagas de alarido y sangre
devastar;
así
tenebroso arco iris
dictamina su traidor infalible.
La sobrenatural loca de la purga antimateria del polen exige
su calabozo rebosante de torturas y testículos quemados
y aquel borracho en sus litros de sangre
sostiene en su puño purgatorio, enardecidos corderos
para la elocuencia de las lenguas afloradas en las tráqueas.

No dejará de morder rugir barreno
extensa y simbólica vileza.
Si me dijeran destructor o comandante
la pasión de mis garras no derramará las voces
llovidas por la retumba y tumba
que para eso el aletazo funeral
rechina en su fatal dolor.

Acaso nunca termine en mi memoria
el vocabulario completamente muerto
y mis neuronas se conecten francotiradoras al estupor y el miedo.

13


Padece el combatiente de sus muertos.
Carecen las deshojas de su crédito.
Enarbola el bis de la bandera su deshonra.
Falla la orilla del sombrero
y mis pisadas, funeral a funeral
sobre la arena ya sin huellas,
se equivocan.
El día rompe su hombre nuevo
y lo jubila del huracán
lo jubila de su sombra y de su hembra.
Desaparecen los riñones en túmulos y coágulos.
Se entristece la bodega de su funcionario
y me atoro.
Nuevos náufragos desintegran su astrolabio
y ungen negros anteojos episcopales.
Se rompe la masa en migas.
El puñal se urge de sus cortes
y se malogra de sus huesos.
De la herida se ruge la agonía.
No soy yo mismo en la matanza.
No es secreto el catafalco.
Inútil es el golpe de Caín.
Caín es inútil tu galope.
Parten los barcos con sus peces y canarios.
Con ángeles caídos parten aviones funerarios.

Medio a medio del ofidio corazón
se derraman mis hermanas de matanza
al ver mis fémures quebrados en la estaca
allí donde colgaron fúnebres
las blancas sábanas lavadas de mi casa
sin saber en qué me equivoqué.
Definitivamente llueve
por encima de Dios.

14


Vencidos
sentid este desierto sin pupilas
de rocas y ciegos
donde la luz no entrará jamás.

Después de la destrucción no habrá piedra sobre piedra.

No serán reconocidos vuestros guijarros.

La Cordillera de los Andes
hirviente de abiertos cráneos sorprendidos
se fragmenta con sus cuernos en la estatura del vencido
y su piel de arrugas boquea en un salar cegada
cual Satán en el Territorio del Espino

Calcina el reflector su arzobispal retina,
y sus llamas sobre llamas consumen la asesina

Nuestras náuseas saturan los aires lejanos del Valle Central de Chile
porque parió el vientre de los confines su reptil criminal.

En la Región de los Lagos las pupilas rotas
en su última visión fracturan sus torreones
y en el diluvio de lluvias permanentes no hay lugar para el aire.

El polvo mismo del desprecio chirrea y se desploma con su peste
en desenfreno antártico y famoso sobre la última esperanza,
porque será olvidado con sus grietas.

Después de la destrucción no habrá destellos ni goteras.

Sentid
vencidos.

15


Es la muerte entera
con su silencio cero
la que asfíxia.

¿Y el hombre dónde está?

Reside en la deriva
la gaviota destrozada en pleno vuelo reside en la caída
como el polvo de mis pasos reside en los zapatos de mi hijo
como un copo de nieve reside en la presencia de mi esposa
lanzada al infinito es su residencia
como el último elemento de la muerte y que me advierte:
feliz
feliz de que al fin
el fin comienza.

16


Que se vaya de mi
pecho amarillo y flaco inmenso
este pulso ya vencido.

El odio
que se vaya;
que se vaya de mi frente
el sollozo montando el cielo
espoleando
el aparato triturador de ensoñaciones
en el fluido gris de la neurosis
donde Dios ha dejado de mirar.

La sequedad y el calor
que reducen la muerte
que se vayan
el aire quieto y los coros
que se vayan.

La realidad es un vaivén de lenguas calcinadas
estrellándose en los vidrios tenues del poeta.

17


Y con razón este dolor de trizadura.
Y con razón este temblor de los martirios
embebiéndose de náufragos pedazos
de tristes explosiones, de oraciones sin fondo,
aúnes sin sentido y sanguíneos garrotazos
Y con razón el torbellino fiero
alma de alas en pecado sublimado
amargura lacerada en gotas muecas y hematomas
en rostros irradiados.
Y con razón el abismo arrodillado
con su lupanar escarnecido
o supremo tribunal
pintando el cielo que ahora no veo
y la ceniza y con razón el humo
la oscuridad
y la tos
y el rencor total
y con más razón aún la víscera en tinta
anudando mis pasos que negaron la marcha de la patria libre
y el ácido hipodérmico y contrito en llagas.
No se han dado cuenta
que la ceguera es nuestra propia sombra
desplomándose a sí misma
y nos arrastra envilecidos
a los tumores sin memoria de la sobrevida.

18


La calle
Era un río
De amigos
Con peces de colores
De recuerdos celestes y alunados
La calle
Era el vino y el poema
La calle
Era un rio rio
Era la aurora en la mecánica
Era una risa de colegio
Era un juego, era un cariño
Un sueño de limpias chimeneas
¿Y ahora quvoladuras y matanzas
limpieza a cargo de bomberos.
Testigos  y notarios con su firma
me aseguran que hay completa calma en el país.

19


Genera el terror un vómito
enfurecidas las fauces se me inflaman
y una congoja universal
lanza una plegaria incomparable
que más parece
un sepulcro que hincha la barriga del verdugo.

20


Bajo la arena molida.
Al fondo del pique.
En la frontera del miedo.
Abandonado en los hielos.
Devorado en la fosa

En el vaivén de sus quijadas asombradas.
En la libreta de la carne y la cal de sus borrones.
A la sombra impenetrable de los bosques.
En losas de hormigón y en el dicen que...
Y es el ; dónde están.

21


Con vísceras secas.
Con encaladas vértebras.
Con huesos tan rotos como adentro de los míos.
Guiñapos abrazando el delantal del llanto
parecen los muertos.
Y es el; cómo están.

22


Se nos quedan en casa sin funerarios ritos
en ondas radiales de victorias y terneros.
Se quedan en la casa, en los rotos balancines.
Se quedan en los palomares vacíos soplando.
Se quedan los antiguos compañeros de la escuela.
Se quedan los padres de sus hijos
Se queda la maleza no cortada.
Se quedan los vacíos huevos en el nido.
Se queda la banda de la plaza sin gorriones.
Se quedan los maestros sin pizarra.
Se quedan las cartas al fondo del buzón.
Se queda la navaja sobre el mármol de la peluquería.
Se quedan sin dedos los rosarios.
Se queda el mar sin los testigos.
Y es el; cuándo

23


La tragedia dispara los pavores numerarios
Y una ráfaga de metralla
cae sobre las ovejas,
sobre el azahar de los novios
como una saludo
a esta bandera con su estrella carnicera.

24



Ustedes pueden apagar las luces de sus lágrimas
y sus ojos seguir llorando,
porque les fue dado el territorio,
desconfiar de la gramática,
creer en las escamas de la noche y no decir
la noche es un pez cuásar
lanzado por anzuelos a la velocidad de la luz.

También pueden traer la destrucción.
Dejar todo como estaba
o sembrar al cielo vuestra ira.

Ustedes, que nada tienen
si no el odio, el crimen y otros males
pueden esperar a la sombra de sus antenas rotas,
garras o surtidores de matanzas que nacen de la tierra
para alimentarse con todas las mentiras
las falacias
sólo eso les basta, a ustedes,
los que callan.

25



Y cuando voy por la autopista de este simulacro
revolcando
el encanto,
me parece que tengo la voz de un rodado en una cueva.

Puedo
siempre que lo quiera
regresar al portón del patio de la escuela
romper candados
y salir a las avenidas desbastadas
como un gorrión blanco
para tender mis alas
en la multitud de tumbas que saquearon.

Ustedes necios
también pueden declararse incompetentes.

26

http://www.epdlp.com/clasica.php?id=329

El polen
Virulento
sin el énfasis de otros años
se hunde en la piel
al iracundo encuentro de su médula.
¿Quién lo expulsa a esa casa única?

Altozano y furibundo;
deja una estela de fuego sucia que persigo espiritual
sacerdotal y pitoniso.

Ustedes son rocas
atrapando gélidos vientos son ustedes roca
trepando volcanes y mareas, son la roca
resacas disolviendo reptiles torpes farellones
pájaros sin huesos y peñones
y piedrazo hacia las nubes como rocas
cangrejos lanzando tripas como redes
puñetazos
dioses lunares
anclando esperanzas detrás de la vileza como polen.

Así de guturales y espasmódicos han pasado los milenios
con gente como ustedes
mirando el universo tullido y macabro
perseguidos por negras perras que muerden el alma
mirando la arteria del cogote y su sollozo
y así se les va la vida, bendecidos.

Pero más que nada, repugnantes;
es un polen virulento
y amarillo sin clemencias como plaga.

27


Los tiempos heroicos que vives.
Los tiempos que corren
inyectan miccionan idean trotan
galopan los tiempos
en que no hay derecho a la esperanza.

28


La ingrávida
turba del odio
sube
sube la levadura de la muerte que se acerca.
Las antenas se desprenden de las almas.
Los cables se sostienen de la aorta.
Y las banderas en puntillas de sus astas se despiden
La congoja venenosa letal y desespera la ira prisionera.
El canto ya no crece.
El cielo gotea
y gotea un infierno tras otro.
El canto ya no crece más.
Sólo un coro subterráneo
lanza a borbotones escorpiones rutinarios
para terminar el miedo y la soledad.

Un cráneo oscuro golpea ventanas
con la calvicie de un anciano sin retinas
y galopa infatigable
por la boca de la palabra que no alcanzaste a pronunciar
y te mira por la mirada que tú diste
a un pedazo del paisaje de estampillas
tu paisaje de molinos y colinas
tu paisaje
para un día rutinario.

Todo esto es muy triste.

29


El miedo del solitario que no deja dormir
camina por la noche su calle mecánica.
Es la voz que martiriza
por la viscosa noche
la que me azota con enchufes y perillas.
Por las noches nacen púas en las tripas
y en el día
este día de la muerte puedo obedecer
para ver cómo se aferran a vidrieras derretidas
cadáveres de locos.
Ni el amor salva.
“La maldición nos fortifica
Y la bendición relaja”

30


Por la noche una vieja se ríe debajo del colchón pulmón
y los nervios zumban como aviones recorriendo eternas cañerías.
Por la noche gruñen dentro de los tarsos
sueñan debajo de las uñas
ríen dentro.
También el exceso, es el camino a la sabiduría.

31


Huyo, el aire es una antorcha
y abandono.
En la noche
cuando cuelgo de las puertas
que se abren por sólo un muerto
junto al viento que se balancea en los aleros
como un simio enloquecido
obedezco al reglamento de última hora
en los lados opuestos de las puertas
para esperar que el vigilante
levante los círculos dibujados a cada lado
de mis pasos los cobardes
y abandono

32


32
A cada uno su tiempo.
Para todos, el recuerdo.
Para nadie lo que viene.
La consonante para las bestias.
Para otros los acentos.
Para ti la ira
la derrota
la mentira
la venganza
toda la vida
para mí
todos para mí
todos han muerto.

33


La corrupción no es un vicio.
Es una manera de vivir exactamente.
La máscara del corrupto
es inmóvil
resplandeciente.
La corrupta cara
la tan desesperada
rehuye de tempestades con el temor de los infiernos
reniega del odio que la nutre
adora los poderes absolutos
se disfraza de epopeya de cura de azucena
y después sonríe con anteojos muy oscuros.

Rehuye huye y rehuye del amor que no sirve camarada.
Y míralo como arde.
El fuego purifica.
“Amigo, olvida,
La corrupción no es un vicio.
Es una manera de vivir.

34


La situación no es nueva dicen.
Entonces:
¿Para qué las ansias reflexivas?
¿Para qué sobrevivir pese a todo,
y más aun, desprevenido ?
La situación no es nueva
dicen.
¿No podré acaso
algún día, el día de mañana,
el día en que ya no sea tarde
tener la sola llave
que abre la nueva puerta, no podré?

...Siempre
se descubren las suelas desgastadas
de los muertos
y la postrera carcajada permanece.
Me lo dicen impasibles campesinos
que porfían
paletada a paletada

35


Esperar la semilla no es nada nuevo.
Lo que sí es nuevo
es lanzar la semilla al medio del camino,
donde es amargo el divagar.
Es la hora y el momento
de liturgias
rituales vacíos camuflados
con la densidad absoluta incertidumbre
como un perro hambriento que olvidó su propia huella
antes de la noche
y sin el estilo del dueño
teme y palpita el desorden del castigo.

36


36
Cultivo para el regocijo de mis enemigos,
que es lo único que tengo,
faroles con los cuales sólo ven los ciegos
y manchas de la tinta
que es negra.
El spleen resbala en mis piernas
como un deseo retorcido sin sentido
que también es negro.

37


37
Todo el griterío un son
y un tímpano envuelve la tierra
como una placenta de piruetas.

38


38
Sus harapos ondean en los sótanos
y siempre cada paso impune
es un espasmo inexorable de todas las virtudes
un gemido creciendo en la cal viva de los muertos
azul memoria rota de la melancólica manía
que lastima los ojos inmolados
presagio de furias incrustadas en el cráneo
y por eso
la hecatombe y destrucción a toda tinta
es más
desespera por saber todo lo que tiene
y no ver
si no palabras para esconder.
Lo quisieron decir en alguna parte:
tu campana en el mar sola
tu voz que desgrana los dolores
como pepas de granadas rojas las situaciones.

Quien se ríe de la tormenta
no puede agitar los brazos.
Lo más seguro es que nadie sepa de lo que están hablando.
Sólo está por destruir
las palabras que debería inventar
y eso es una maldición.

39


39
Era el único habitante de la tierra:

Cenizas ululando lamidas realidades,
Un albatros gangrenado en su lugar común, el aire.
La manga de un terno abandonado dando vueltas, derruida
por un adiós,
por un abrazo bajo el agua, allí entre todos solo.

Era otro y uno más
llevando el cadáver cuesta abajo en la alameda.

Eran varios otros
de bocas con apetito parnasiano por la fruta y por ninguna.
Y por el vientre de su mujer mía y muerta,
un caballo galopando sin su vértigo de huellas
era más que todos.

Era quién sabe quién
con vírgenes opacas detrás de las estrellas
que han muerto primero y su líquido seminal
perdido para algunos.

Era una baranda solidaria
un archipiélago de panes
un escondite para todas las tímidas tormentas
cuajada de terrores que no eran suyos.

Era uno
que no sabía cuántos eran.

Un puñado de omisiones y su mortal cansancio
fue lo que tomó prestado.
Porfiado como una crin
atento como un silencio
y tan profundo como puede ser
el deseo que es de todos
como cometa el hombre y la mujer un sol
pero muertos aquellos dos

40


40
Y ahora con la longitud de onda del espanto
hacen una nueva casa en esta eternidad
para desgracia de lo que amo
piélagos tuertos mozas
y matemática de la pluma.
De lo que odio:
las mujeres del estío
los amantes perversos
los cadáveres profundos
los ante diluvios repetidos cada día
la cizaña maloliente y bien nacida
y la tortura
todo lo toca mi dedo heroico.
También mi eucaristía.