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En toda la tarde seca y estéril como nunca
este sol inmenso y litoral cubre todo:
el cielo toda cordillera y alevosos
esos dientes irradian lentas combustiones.
El odio canta un sí y un no
al furor de las paredes
a la cicatriz del dios ajeno
al impulso que murió en el fondo del abismo
y ahora
evoluciona sin auxilio por un disfraz de signo y son
como una sangraza ciega en el primer día de la escuela.
Porque el aire se sacude
Y el rayo alcanza la muerte con gran pena

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