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El miedo del solitario que no deja dormir
camina por la noche su calle mecánica.
Es la voz que martiriza
por la viscosa noche
la que me azota con enchufes y perillas.
Por las noches nacen púas en las tripas
y en el día
este día de la muerte puedo obedecer
para ver cómo se aferran a vidrieras derretidas
cadáveres de locos.
Ni el amor salva.
“La maldición nos fortifica
Y la bendición relaja”

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