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Habitualmente doy las gracias
y corro por las calles a horas de venenos
golpeando
las puertas patológicamente nocturnas.

Aspiro los espíritus grises del desprecio,
su muerte hasta la médula vital
y le fracturo la catedral recóndita.

No hay caso
es el odio haciendo estragos
es temblor famélico, sucio y flaco dolor.

Aquí estoy chupándome tus venas Patria.

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